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Uvillas

Se retira el fuego.

Cede el viento. El frío mueve las soledades.

Dios sopla entre las cenizas.

El humo retrocede a la helada.

Mañana no lloverán hojitas tiesas amoratadas.

De los carbones abríguese la nariz.

Del trabajo: las piernas, el pecho.

Los pies,
obras de la tierra; tartamudearán mudos, agotados.

Suspiros aliviados terminan la jornada.

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Principio

 Arde en el pecho una hoguera, y en el escondrijo de la memoria un manojo de nervios. El ratón se encachinó aquella noche para la fiesta de lírica y perfume de sus lirios. Llega. Bloqueado en la atonicidad evita respirar. Se atora.    Cruce de miradas fijas. Se huele el aire en vilo. Aturdido esfuma esta presencia mía. Pareciera que se le estrujan las entrañas. Lo persigo. Se angustia. Lo carcomo acaloradamente tan dentro de sí que se persigna del demonio. El último apretón de pechos siente vacilar su perfume: azorado, dulce almizclero, tierno.
  Emborrachado, un agujero negro escupió su vacío. Perdióse entre las luces móviles.  El delineador de Cleopatra se esfumó metamorfoseado en verde tornasol. La pirámide borró los secretos de la resurrección. Un espíritu ansioso ama levantar mis faldas. Jugar con los pliegues. Susurra en las madrugadas el antídoto al viajero.  La semejanza como teclas de letras y melodías escupiendo esas bellas historias de arenas, sol, aviones... serpientes, Principios y finales.   el horizonte como el mar

Vuelves a tu arte

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