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Emborrachado,

un agujero negro escupió su vacío. Perdióse entre las luces móviles. 

El delineador de Cleopatra se esfumó metamorfoseado en verde tornasol. La pirámide borró los secretos de la resurrección.


Un espíritu ansioso
ama levantar mis faldas. Jugar con los pliegues. Susurra en las madrugadas el antídoto al viajero. 

La semejanza como teclas de letras y melodías escupiendo esas bellas historias de arenas, sol, aviones... serpientes, Principios y finales.


  el horizonte como el mar




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