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Síndrome de abstinencia

Llego.

Gente,
demasiada.

Saludo unos cuantos
mientras yerguen orgullosos sus estatus.

Tuercen los ojos a media vuelta de su espalda.

- “ok”-, aterrada ignoro las posturas corporales.

Desciendo y vuelvo a intentar ver la silueta,
los ojos de un búho con el que he estado ensoñando.

Subo otra vez,
nuevamente saludo,
siéntome
                                                                                                                                                                desubicada.


Pero, ¿desencajada entre los raros? (jeje)
¿desorientada en medio de los “artistas”?

Quizás, lo menos oportuno es asistir a los lanzamientos privados
cuando no conoces al homenajeado.

Lo siento,

Me aterré.

También escapé en mi bicicleta.

En ambas entradas
puertas salidas de escape,
cuerpos conocidos por su periferia.

Angustiadas pisadas atropellan el respirar.

Una de las torrenciales de sentimientos detiene el deseo de hacer literatura.

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