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De reojo

El SOL está ahí, en el cielo. En el espacio.  Delirando por taco de Jack Daniels en las súper rocks. Y naranjas ni un meteoro miserable lo toca. Delirante, loco, majestuoso. All the time inmóvil. All the time iluminado. All the time humanos en un segundo de la eternidad. Cucarachitas dadas de valentonas a un ladito del universo mirando corazones en las nubes y promesas en sueños de viento. En la corte del rey Neptuno, ¿quién es el Rey?
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Uvillas

Se retira el fuego. Cede el viento. El frío mueve las soledades. Dios sopla entre las cenizas. El humo retrocede a la helada. Mañana no lloverán hojitas tiesas amoratadas. De los carbones abríguese la nariz. Del trabajo: las piernas, el pecho. Los pies, obras de la tierra; tartamudearán mudos, agotados. Suspiros aliviados terminan la jornada.

Síndrome de abstinencia

Llego. Gente, demasiada. Saludo unos cuantos mientras yerguen orgullosos sus estatus. Tuercen los ojos a media vuelta de su espalda. - “ ok” -, aterrada ignoro las posturas corporales. Desciendo y vuelvo a intentar ver la silueta, los ojos de un búho con el que he estado ensoñando. Subo otra vez, nuevamente saludo, siéntome                                                                                                                                                                 desubicada. Pero, ¿desencajada entre los raros? (jeje) ¿desorientada en medio de los “artistas”? Quizás, lo menos oportuno es asistir a los lanzamientos privados cuando no conoces al homenajeado. Lo siento, Me aterré. También escapé en mi bicicleta. En ambas entradas puertas salidas de escape, cuerpos conocidos por su periferia. Angustiadas pisadas atropellan el respirar. Una de las torrenciales de sentimientos detiene el deseo de hacer literatura.

Vesubio

¿Acaso el guardado silencio de la montaña devuelve a las multitudes atrincheradas un sol poco comprometido con la vida terrestre? Avalancha de ceniza ardiendo, ¡Oh, Vesubio! Desmayas, los pulmones se llenan de asfixia, expiras humos explosivos con besos de lava piroplástica… Los viajes nadando sobre su pecho. El bello paisaje vale la vida. ¿Cuánto puede resistir un músculo bajo presión? El látigo de la voz encendida     chispea levemente un dolor con nombre. Los poros encrespados chirrían el miedo humano.   Colérica, la demencia se apodera. Brota y estalla.   La piel es grito silente.

Divina comedia la vida

Me trabas, tripeas y mal trabas. Te escondes, fulguras, desapareces. Fantasma irreal. Estrella sin nombre humano, sos galaxia. Rincón infinito. Vos me agitás como malestar nervioso; hace mucho frío en las manos, ¿sabés? En la facilidad de re-rompernos. De volver a ser repatriados incluso de la sanguineidad. ¿Sientes, la tierra temblar bajo los pies? La cristalería tiembla. Levántese el corazón del letargo. Cambiamos una ansiedad por otra, el vaivén de las olas despilfarran el vino por la borda. Falta ese espacio personal, expresar el dolor. Es como si estuviera en el epílogo de un mágico sueño. Etéreo. ¿Dejamos la poesía por miedo a la locura? ¿Por terror al amor? ¿Al dolor? Ese día llovía. Hoy, hace verano.

Nubosidades

No toleras esa tristeza, y tampoco luchas. La falta de identidad nos hace vulnerables al ataque. Los gritos, las miradas, la malnacida fuga de ideas, vestigios de desfiles que enaltecen al pensamiento y lo hunden en estimulación sin fin. La realidad infinita sobrepasa la superficialidad; la primavera rapaz, indolente mordedora del pecho escucha cómo la oscuridad planea sobre la Tierra. El último grupo de polillitas evacúa el cadáver de aquel fantasma. Tras la invocación, la voz se torna pesadilla irritadora de la paz. Junto a la chimenea con ojos de fuego el sol olvida el atardecer. Las piernas largas que se desnudaban en tu alcoba no vuelven, aunque esté fermentado ese saborcito a piña colada. Ignoras las alimañas, sigues con tu conejo misterioso en ambas manos cerradas. Las cáscaras secas perecen relatando que orquestarían el vacío del mundo. Los esferos necesitan terminar su tinta, ¿la letra se aplacará con el silencio o, acaso la higuera podrá agarr

La huida

La dedicación devuelve la bala y mirar fijamente al mijo del cielo, fotocopia al cuchillo en la memoria. Las bestias del olvido jamás se sometieron. Bastardos, suertudos creyentes del poder de las tinieblas aunque inexpertos de la fe,   capullos. Recuerda que la mano que gira el reloj abre el libro. Cesa el llanto, reza. No. Canta y baila en la mitad de la plaza pa’qué la luna se pierda en su larga reunión de té. En tiempo de brujas, conocer el pueblo arrepiente las ganas de éxtasis. El miedo recauda más medidas que las de Atahualpa. Mermelada coagulada mientras se levanta el Inti Queen. Clarificada la luz, se va.       El ratón no oculta su queja a mi desafortunada presencia.   De retorno a la casita de soledad campestre, la desdichada, en ruedas sobre el gran puente oscuro inconsolable chispea rabietas tras una ventana. Indigesta y recostada escupe cansancio. Incluso el cerebro repele el frío, necesarias alucinaciones perversas, rogamos ilusio

Principio

 Arde en el pecho una hoguera, y en el escondrijo de la memoria un manojo de nervios. El ratón se encachinó aquella noche para la fiesta de lírica y perfume de sus lirios. Llega. Bloqueado en la atonicidad evita respirar. Se atora.    Cruce de miradas fijas. Se huele el aire en vilo. Aturdido esfuma esta presencia mía. Pareciera que se le estrujan las entrañas. Lo persigo. Se angustia. Lo carcomo acaloradamente tan dentro de sí que se persigna del demonio. El último apretón de pechos siente vacilar su perfume: azorado, dulce almizclero, tierno.

Vuelves a tu arte

  Cotidianamente escribir. Ejercicios de escritura número… ¡Qué te importa! Pa’ qué si ni imaginas.     Plop-           D espegue.   Sonrisas de pujanza. Cañería tapada de desesperación y ahogo. Soledad de perros. Histeria de porquería.   Vuelan los fantasmas. Ladro fuerte y muerdo a golpes… “a golpes contra el calendario.” Mi lomo, un poco arqueado, un tanto manchado mastica las ponzoñas del campo. Poder ser esa susodicha autora fenomenal es un juego, “ no hay nada nuevo bajo el sol”, la meta es traspasar del papel a tu llama en la conciencia. Reto y necesidad, como la lujuria.                                 Como el control sobre la satisfacción. Para todos, para nadie, para ti. Nos ahogaremos en el lodo, de la sequia al matorral y del matorral al campo, seco, abandonado, como esta quiteñísima bonitayenfermaperoluchona aunque sin manada. Pero prefiere no sentir ese vagabundo pánico a los humanos. Miedo. Picazón desesperada. No se discute